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El trabajo de Pfizer para fortalecer la red de vacunación en América Latina

“Cuando una vacuna está publicada en la lista de OPS, todos los países de América Latina pueden comprarla, y esto facilita su inclusión. En otros medicamentos, tenemos que aplicar a cada institución, uno por uno”, explica Atlig en entrevista con Expansión.

Durante el primer trimestre del año, los ingresos globales de Pfizer sumaron 13,700 millones de dólares, lo que representa una caída del 8% respecto al mismo periodo de 2023. De esta cifra, 1,200 millones corresponden a utilidades netas. El reporte financiero no desglosa los ingresos provenientes de vacunas.

En ese mismo periodo, el gasto en investigación y desarrollo cayó 11% en términos operativos, debido al enfoque en la optimización del portafolio de productos, lo que implicó una reducción neta en la inversión en innovación.

Una red de inmunización regional

Pfizer busca ampliar no solo el acceso a nuevas vacunas, sino también la eficiencia en su distribución, mediante una red de alianzas con instituciones públicas y privadas que garanticen soluciones logísticas en toda la región. “La vacunación es el gran democratizador de la salud”, sostiene Atlig.

Uno de los pilares de esta estrategia es regionalizar la producción, lo que permite mejorar la disponibilidad y reducir los tiempos de entrega. “Queremos tener redes de producción dentro de la región, con aliados que conocen el terreno”, añade.

En Argentina, Pfizer mantiene una colaboración con Sinergium Biotech para producir la vacuna antineumocócica. Este acuerdo fue renovado este año para incluir la versión veintevalente, consolidando al país como un hub regional de distribución.

“Estos movimientos van a aumentar la disponibilidad de la vacuna, y por eso contar con estas compañías locales es muy importante para nosotros”, señala el directivo. Otro ejemplo es Brasil, donde Pfizer colabora con el Instituto Butantan para la producción de vacunas contra el VRS.

Actualmente, la mayoría de las vacunas que comercializa Pfizer no se producen en América Latina. La compañía busca revertir esa situación mediante transferencias tecnológicas desde sus plantas en Europa y Estados Unidos. Este proceso, sin embargo, puede tomar años, y durante los primeros tres años de comercialización, las vacunas suelen ser importadas.

A eso se suma el reto de mantener la cadena de frío, indispensable para conservar la calidad de los biológicos. Gracias a la experiencia de sus socios locales, Pfizer puede anticipar la demanda, identificar los puntos donde se requieren más dosis y ajustar su logística.

“Tenemos que trabajar en conjunto para entender la demanda y asegurar que las vacunas lleguen a tiempo a los puntos de inmunización”, subraya Atlig.

Contra la desinformación y por la vacunación a lo largo de la vida

Además de los desafíos logísticos, la farmacéutica enfrenta una nueva barrera: la desinformación. Tras la pandemia, ha surgido un movimiento antivacunas que ha reducido las coberturas de vacunación tanto en niños como en adultos durante los últimos tres años, advierte el ejecutivo.

En respuesta, Pfizer impulsa el enfoque de life course vaccination, o vacunación a lo largo de la vida, que busca concientizar sobre la importancia de inmunizar no solo a los niños, sino también a los adultos mayores.

En México, esta visión se traduce en esquemas mixtos de colaboración público-privada, que buscan ampliar los horarios y puntos de vacunación mediante alianzas con farmacias, iglesias y mercados. La flexibilidad es esencial. «Hay que ir donde están las personas”, concluye Atlig.



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