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Incluir no es una moda, es la base para construir el futuro laboral

Esta cultura permite fortalecer el entorno laboral, tener atracción y retención del talento—aunque esto resulta especialmente atractivo para las nuevas generaciones, que priorizan valores, diversidad y bienestar emocional— por lo que depende directamente del compromiso real de las empresas con los temas de diversidad, equidad e inclusión (DEI).

Diversos estudios muestran que los trabajadores de entre 25 y 35 años cambian de empleo con frecuencia y que el 34% de ellos están dispuestos a cambiar de trabajo en los próximos 12 meses, de acuerdo con un estudio de la firma EY.

Datos de Gallup muestran que esta movilidad genera pérdidas económicas considerables: reemplazar a un colaborador puede costar hasta el 200 por ciento de su salario anual, reemplazar empleados en roles técnicos cuesta el 80% de su salario y reemplazar trabajadores de primera línea cuesta el 40% de su salario, sin contar las pérdidas no medidas en moral y conocimiento.

Entonces, ¿cómo revertimos esta tendencia? La respuesta está en escuchar a nuestros colaboradores y actuar en consecuencia y de forma auténtica.

Las empresas deben aprender a que la inclusión no es una política para “marcar casillas”, sino un principio de gestión que se vive todos los días. Por eso se crean espacios DEI que permiten que todas las voces sean escuchadas y valoradas.

Esto no solo fortalece el clima organizacional, sino que también estimula la innovación, la colaboración y el sentido de pertenencia de los colaboradores hacia la compañía y nos vuelve una opción deseada para desarrollarse profesionalmente.

Estas acciones buscan fomentar entornos seguros, respetuosos y equitativos, por ejemplo, para las personas LGBTI+ dentro y fuera de la organización, además, es parte de la responsabilidad social como empresas globales en México y como empleadores consciente en el contexto nacional.

No se trata de “agregar” inclusión, sino de integrarla desde el diseño de cada proceso: desde la manera en que redactamos nuestras vacantes, pasando por cómo formamos a nuestros líderes, hasta cómo evaluamos el éxito organizacional.

También, es importante desarrollar iniciativas internas para visibilizar la diversidad de los equipos y para fomentar una cultura donde cada persona pueda desarrollarse plenamente, sin importar su origen, género, edad, orientación sexual o condición física. Estos esfuerzos no sólo mejoran la experiencia laboral, también impactan directamente en la productividad y la sostenibilidad del negocio.

La inclusión no solo importa, transforma

En México, donde aún enfrentamos desafíos significativos en temas de equidad laboral, es vital que más organizaciones comprendan que la diversidad es una fuente de fortaleza, no de división. Las compañías que entienden esto se están convirtiendo en referentes de innovación, resiliencia y adaptabilidad.



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