Las presiones detrás de la plaga por el gusano barrenador

La historia del gusano barrenador se ha sumado a la estela de ataques propinados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hacia México. El pasado 11 de mayo, autoridades estadounidenses anunciaron sorpresivamente y de manera unilateral la suspensión de la importación terrestre de ganado de México, a raíz de una plaga del gusano barrenador registrada desde noviembre de 2024. En un inicio, se estimaba que el cierre de las fronteras duraría dos semanas; sin embargo, hoy no hay señales de meter reversa a esta decisión, que sigue dejando cuantiosas pérdidas económicas para productores mexicanos.
Según datos reportados por el Banco de México, en el primer trimestre de 2025, el sector agroalimentario se ubica como el tercer mayor exportador en México reportando 14,157 millones de dólares (mdd), por debajo de las manufacturas (87,357 mdd) y el sector automotriz (35,938 mm). Entre los productos más exportados se encuentran: la cerveza, las berries y el aguacate; en la séptima posición está el ganado en pie y la carne (714 mdd).
En el tema ganadero, México exporta a Estados Unidos ganado en pie y carne. Durante décadas, este tipo de ganado, criado en los estados del norte, es de muy alta calidad y a su vez tiene que cumplir con ciertos protocolos sanitarios como permanecer en cuarentena y ser revisado por las autoridades de Estados Unidos.
De acuerdo con cifras del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, una de las principales características del mercado de exportación de ganado en pie (becerros) a Estados Unidos radica en el notable incremento en el valor por unidad. Así, en 2020, México exportó un millón 529,733 cabezas, por un valor superior a los 765,334,497 mdd; en buena parte de 2024 se exportaron un millón 277,468 cabezas, que significaron un monto superior a 1,015,720,008 mdd, lo que significó el valor más alto en exportaciones en la última década.
Para autoridades mexicanas y jugadores del sector agro, el cierre de fronteras es una decisión unilateral del gobierno de Donald Trump. El presidente de Estados Unidos, acusan, no está considerando que el gusano barrenador se detectó en el ganado del sureste mexicano, que no se exporta a Estados Unidos; al mismo tiempo, no ha tomado en cuenta las medidas de inspección y sanitarias que las autoridades mexicanas han desplegado para inhibir riesgos de contagio en el ganado de exportación. El impacto de esta decisión es muy alto y, conforme el cierre de fronteras continúe, el daño económico aumentará. En síntesis, Donald Trump está usando esta plaga como un mecanismo para imponerse sobre su principal socio comercial.
Para los analistas, el gusano barrenador es una plaga más que se comporta como cualquier otra; viaja, encuentra un cuerpo para alojarse, contagiar a otros y propagarse. Entre los años de 1970 y 1980, se registró una plaga de gusano barrenador, que provocó la conformación de un grupo binacional México-Estados Unidos para atacarlo. Años después, se logró erradicar, pero ahora está de vuelta.
Frente a eso, se han desplegado diversas acciones coordinadas para combatir la propagación del gusano barrenador: Julio Berdegué, secretario de Agricultura del Gobierno de México, ha sostenido reuniones con gobernadores, ganaderos y actores clave del sector pecuario; se conformó un grupo binacional México-Estados Unidos para dar seguimiento a las medidas para su contención y erradicación; empresas engordadoras han establecido centros de compra y cuarentena en Guatemala, Honduras y Guatemala, entre otras acciones.
Así, este capítulo se suma a otros que demuestran el estilo de Donald Trump para tratar a su socio comercial. Naturalmente, en algún momento terminará y habrá que hacer el recuento de los daños. De momento, los analistas en esta materia no consideran que la historia del gusano barrenador sea el principio de una serie de pleitos en el capítulo agro de la relación comercial entre ambos países, y la razón de ello no tiene que ver necesariamente con los buenos oficios de las autoridades mexicanas para negociar ni por algún milagro que le haga entender al presidente de Estados Unidos que sus decisiones están equivocadas, sino por las presiones que recibiría por parte de los mismos productores estadounidenses.
“Desde mi perspectiva, el sector agroalimentario, más que entrar a capítulos de conflicto, debemos entrar a capítulos de mejora”, dice Juan Carlos Anaya, director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas. “Somos vecinos y tenemos tres mil kilómetros de frontera. Ellos nos necesitan y nosotros los necesitamos. Les mandamos frutas y hortalizas, que ellos no pueden tener todo el año. Ellos nos mandan muchos granos y proteína; además, somos sus mayores compradores de maíz, trigo y leche; sus segundos compradores de soya; sus principales compradores de cerdo y pollo, y sus cuartos compradores de carne de res”.
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