
La respuesta del banco central ha sido aplazar los recortes previstos de las tasas de interés hasta quizás el otoño boreal, mientras se desarrollan los debates sobre los aranceles y otras prioridades de la administración, y proyectar un ritmo eventual más lento de rebajas hasta un punto de parada más alto.
De hecho, los responsables monetarios de la Fed incorporan en sus perspectivas unos costos de endeudamiento más altos para protegerse contra una inflación que ahora consideran mayor en los próximos meses que antes de que Trump asumiera el cargo por segunda vez.
No son buenas noticias para Trump, que ha llamado «estúpido» al jefe de la Fed, Jerome Powell, por no bajar las tasas inmediatamente. No es más bienvenida para los consumidores estadounidenses y los compradores de viviendas que esperan menores costos de financiación. Y pone a la Fed un poco fuera de sintonía con otros bancos centrales que continúan bajando las tasas.
Pero sí pone de relieve hasta qué punto las primeras medidas de Trump, en particular sobre los aranceles, han reconfigurado las perspectivas a corto plazo de la mayor economía mundial, que a finales del año pasado se veía en camino de un crecimiento continuo por sobre la tendencia, el pleno empleo y la inflación cediendo constantemente hacia el objetivo del 2% de la Fed.
La serie constante de recortes de tasas que los responsables monetarios anticiparon hace apenas seis meses ha sido sustituida por una senda más tímida a la espera de las decisiones finales de Trump sobre los aranceles y de ver cómo evolucionan el mercado laboral, el gasto de los consumidores y la inflación.
«Sentimos que vamos a aprender mucho más durante el verano (boreal) sobre los aranceles», dijo Powell a periodistas el miércoles después de que la Fed mantuvo su tasa de referencia a un día en el rango de 4.25%-4.50% por cuarta reunión seguida, y publicó nuevas proyecciones que muestran que la inflación subirá sustancialmente más adelante en el año y bajará lentamente después de ese punto.
El jueves, Trump reiteró que la Reserva Federal debería reducir su tasa de interés de referencia casi a la mitad y señaló a principios de semana que el Banco Central Europeo y otros organismos habían seguido relajando su política monetaria.
Pero, refiriéndose al impacto de los aranceles impuestos hasta ahora, Powell dijo que «no esperábamos que se notaran mucho a estas alturas, y no lo han hecho (…) Veremos en qué medida lo hacen en los próximos meses (…) Eso va a formar nuestro pensamiento».
Poca confianza
En este punto, los inversores esperan que la Fed recorte las tasas en su reunión del 16-17 de septiembre, aunque mucho dependerá de lo que suceda durante el verano boreal de esperar y ver de Powell.
El más agresivo de los planes arancelarios de Trump, los gravámenes a la mayoría de los socios comerciales anunciados el «Día de la Liberación» a principios de abril, se pospuso después de que los rendimientos de los bonos se dispararon, las acciones cayeron y los economistas comenzaran a apuntar a una recesión en Estados Unidos.
La pausa finaliza el 9 de julio, y los países, incluida la Unión Europea, deben negociar acuerdos antes de esa fecha o enfrentarse a fuertes gravámenes a la importación, del 50% en el caso de la UE. El único acuerdo cerrado hasta la fecha es un limitado tratado con Gran Bretaña.
Aunque la nueva declaración de política monetaria de la Fed de esta semana afirmaba que «la incertidumbre sobre las perspectivas económicas ha disminuido» desde su reunión del 6 y 7 de mayo, cuando la volatilidad en torno al tema comercial era aún intensa, la situación podría cambiar rápidamente en función de la fecha límite del 9 de julio.
«Aún no sabemos con certeza dónde se resolverán», dijo Powell.
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