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Inflación efectiva

Algunos de esos conocedores han apuntado a un notorio desbalance en la oferta de signos monetarios, y, otros, recatadamente, indican que el Banco de México ha abusado de su capacidad de interferir en los mercados a través de sus operaciones. Los bancos de desarrollo han sido leales y ciegos operadores gubernamentales, sin importar el respeto de mínimas exigencias prudenciales. El multiplicador bancario perdió toda mesura. Se ha venido inventando dinero sin respaldo alguno. Sumados al sesgo impuesto por el banco central, esos bancos del subdesarrollo han conseguido provocar un pernicioso desbalance que nos conducirá a un ajuste brusco y no discreto, el cual sólo espera el detonante adecuado.

La evidente táctica de subvaluación del dólar impulsada por Washington, para proteger el pleno empleo y cerrar fronteras en lo comercial, sumada a la obsesión local por mantener políticamente la paridad dentro de una banda, han distorsionado severamente el tipo de cambio. La inflación efectiva ya alcanza los dos dígitos, y para apreciarlo basta tomar cualquier canasta de productos básicos, calculando, sin sesgos políticos, la variación anual. La tasa de interés en México es producto del más brutal e inducido margen financiero, siendo impresentable la distancia entre tasas activas y pasivas.

Rebasamos ya los seis años de vivir en una onírica fantasía. Los analistas que no quieren quedar bien con las autoridades financieras; los que no son controlados por sus editorialistas, o bien, simplemente aquellos que cuentan con conocimientos y experiencia en la materia, apuntan a la falta de capacidad de nuestro instituto central para incluir los agregados monetarios que la modernidad ha añadido al torrente financiero. Nuestra base monetaria no pasa la prueba de la risa. Ya poco importa, el 1º de octubre está a la vuelta y el reseteo monetario no consultará a quienes, por ser electos, se arropan en una autoridad que sólo es formal y no material, menos se tomará el parecer de sus ujieres, mayordomos y serviles operadores. Ahora, los miembros de la Junta de Gobierno de Banxico tomarán un curso exprés en la materia, pero para cuando entiendan lo que debieron hacer será demasiado tarde.

Desde los tiempos de Echeverría no se había acumulado tanta presión, y no existe un repunte petrolero que en esta ocasión nos rescate. La deuda pública tiene el peor perfil y comportamiento desde que existe el México moderno. La barbarie administrativa completa el cuadro de terror, ese, que no apreciamos al ser parte de él, y no simples espectadores, como sí lo son aquellos que ya han señalado que la falta de seriedad en nuestras autoridades financieras es señal de alerta para los inversionistas.

Poco a poco, son los mismos auditados los que confiesan el haber sido beneficiarios por la incompetencia, laxitud o simple inexperiencia de las costosas y pomposas firmas contables, las cuales, sin miramiento de abultados conflictos de interés, al prestar indebidamente servicios de saneamiento contable, dejaron de ser objetivas observadoras de los movimientos contables. Es difícil encontrar un buen análisis contable de las grandes empresas en nuestro país, empezando por las que cotizan en bolsa. Groseras manipulaciones, exageraciones y la subvaluación del riesgo abundan.

No sobra el hacer enunciación de la problemática, dado que, para corregir, será necesario el identificar con precisión quiénes, qué, cuándo, y cómo se provocó la debacle en ciernes. Como de costumbre, empresas y gobierno traerán expertos, consultores y asesores internacionales que ajusten la acción burocrática a las exigencias de organismos financieros, públicos y privados; inversionistas y acreedores. Los neoliberales serán rebasados por la derecha, por quienes presumiendo ser de izquierda, sin saberlo, ya son ultraliberales.

Como ya lo hemos dicho, empezaremos por una corrección monetaria que nos vendrá de fuera, cuando el Yuan y el Euro digitales sean puestos en circulación, y Trump tenga que decidir qué prefiere, seguir usando el precio del dólar como dique a las importaciones, o continuar teniendo una moneda respetable empleada internacionalmente como activo de reserva, una que permita que los Bonos del Tesoro sigan siendo apreciados, y, de esa forma, patear, por algún tiempo, el pago de su impagable deuda. Al parecer no ha entendido que es una u otra.

Aquí la inflación ya está haciendo lo suyo, baja de calidad o cantidad en los que se ofrece al consumidor permite a éste saber que algo está sucediendo. En ciertos casos, la escasez ya se ha hecho presente.



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