
En contraste, las competencias humanas profundas, como el pensamiento crítico, la empatía y la capacidad de resolución en contextos inciertos, siguen firmes ante el avance tecnológico. “La inteligencia artificial es la habilidad que está evolucionando más rápido de todas. Lo que hoy se considera alfabetización en IA probablemente será insuficiente dentro de cinco años”, advierte Kaper.
Este giro en las prioridades está teniendo un impacto directo en las scaleups, empresas que ya dejaron atrás la etapa de startup y atraviesan una fase de crecimiento acelerado, aunque aún no operan a la escala de una corporación tradicional. Para estas organizaciones, el talento ha dejado de ser un área de soporte para convertirse en un motor estratégico.
De acuerdo con el estudio El Futuro del Trabajo de Endeavor México, solo el 14% de las scaleups prevé reducir su plantilla ante la transformación tecnológica. Por el contrario, 64% planea contratar nuevo personal y 69% está invirtiendo activamente en capacitación interna. Es decir, la mayoría está reconfigurando sus equipos para adaptarse, no reduciéndolos.
“La programación, por ejemplo, hoy tiene menor demanda dentro de las scaleups, cuando hace cinco años era de las más buscadas”, señala Vincent Speranza, Managing Director de Endeavor México. Y con ese cambio de prioridades, también cambia el tipo de perfiles que estas empresas necesitan atraer. Hoy resulta más valioso identificar a quien puede aprender más rápido y colaborar en contextos nuevos, que a quien domina un software o lenguaje que podría quedar en desuso en los próximos dos años.
Desde Skala, su CEO, Brenda Hernández, identificó que la adaptabilidad al cambio, la gestión de la incertidumbre, la agilidad resolutiva, la vulnerabilidad auténtica, la influencia constructiva, la capacidad de sostener conversaciones difíciles, la curiosidad activa y el aprendizaje proactivo son habilidades que servirán sobremanera para adaptarse a los nuevos entornos difíciles de enseñar en un curso técnico, pero muy valoradas por las empresas que están evolucionando con rapidez.
Sin embargo, no todo lo técnico desaparece. Hay otro grupo de habilidades que muestran un riesgo moderado como gestión financiera, operaciones, ciberseguridad, gestión de calidad, diseño de experiencia de usuario. Estas funciones no están en peligro inmediato, pero sí exigen una actualización constante, es decir, que su valor depende de cuánto evolucionen quienes las ejercen.
Cuando el desarrollo profesional no depende solo del jefe
Brenda Hernández apunta que hoy se necesita saber aprender y no esperar que sea la empresa la que trace el camino. “Tú eres el dueño de tu carrera”, enfatiza.
Ella complementa esta visión con el concepto de Liquid Career Management, que invita a usar la experiencia dentro de una empresa como un terreno de exploración, un espacio donde se descubren nuevas capacidades, se desarrollan habilidades distintas y se conectan ambiciones personales con las oportunidades que ofrece la organización.
“La carrera profesional no es una escalera que solo sube. También implica moverse lateralmente, bajar para aprender algo nuevo y volver a subir con más herramientas”, afirma Hernández. Esta flexibilidad es fundamental en el entorno laboral, donde ya no se espera que el crecimiento siga una ruta lineal, sino que se construya a partir de experiencias diversas y aprendizaje continuo.
En este contexto, la diferencia no la marcará solo quién sepa usar herramientas tecnológicas, sino quién tenga el criterio para aplicarlas con propósito. “Puedes pedirle a la IA que diseñe una campaña de marketing, pero no puede defenderla frente a un consejo directivo con base en experiencia, empatía o contexto estratégico”, advierte Hernández.
El dolor del talento no es nuevo, pero se ha vuelto más urgente. “Hace 10 años, lo que más me pedían los emprendedores era ayuda para levantar capital. Hoy, el dolor más profundo que tienen los fundadores es encontrar al talento”, reconoce Speranza.
Este nuevo orden exige que tanto empresas como personas comprendan que el activo más valioso ya no es el conocimiento técnico en sí, sino la capacidad de evolucionar a la misma velocidad que el mercado. “Estar listo ya no es cuestión de título o experiencia, sino de mentalidad. Lo que observamos desde Endeavor es que la mejor habilidad será seguir aprendiendo”, apunta Speranza.
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