México es potencia en manufactura médica, pero ¿por cuánto tiempo más?

«Una regulación del siglo XXI»
Medtronic tiene 79 centros de manufactura en el mundo. El de México no es solo uno más: es estratégico. Desde aquí salen productos de alta especialización —marcapasos, válvulas cardíacas, dispositivos mínimamente invasivos— que se distribuyen a América Latina, Europa y Asia.
“No podemos seguir operando con una regulación del siglo XX mientras la tecnología avanza a velocidad exponencial”, apunta Orellana. Se refiere, sobre todo, a los cuellos de botella en Cofepris, la autoridad sanitaria encargada de aprobar los dispositivos que ingresan al mercado nacional. Aunque reconoce mejoras en la gestión digital, el directivo asegura que los tiempos siguen siendo incompatibles con la urgencia médica.
El reto no es menor. Estados Unidos —principal destino de exportación— ha endurecido los requisitos de trazabilidad y cumplimiento. Las fábricas en México responden a esa presión con eficiencia quirúrgica. Pero internamente, el sistema regulatorio sigue operando con criterios que, en ocasiones, frenan la adopción de tecnologías ya probadas a nivel internacional.
La escasez de talento
Al problema normativo se suma el déficit de personal capacitado. Aunque Baja California concentra más del 50% de la fuerza laboral dedicada a la manufactura médica en el país, la formación de ingenieros, técnicos y médicos no crece al mismo ritmo.
“Uno de los grandes retos para incrementar la manufactura es la escasez de personas. Nuestro sector es muy dependiente de la misma obra”, admite el directivo.
Medtronic ha capacitado en los últimos dos años a más de 1,800 médicos mexicanos, como parte de su compromiso para que la tecnología no solo se fabrique en México, sino también se utilice. “Para nosotros es fundamental este vínculo con las universidades y con los profesionales de la salud para complementar la adopción tecnológica”, destaca Orellana.
En este contexto, la industria habla cada vez menos de fábricas y más de ecosistemas. Orellana insiste en que el éxito de la manufactura no puede separarse del acceso. “Producir en México y exportar al mundo no es suficiente. Hay una responsabilidad de que esta tecnología también beneficie a los pacientes mexicanos”.
Desde AMID, las empresas del ramo —que incluyen a gigantes como Johnson & Johnson, Boston Scientific, Siemens Healthineers o Philips— han planteado al gobierno una hoja de ruta para modernizar la regulación, fortalecer la infraestructura hospitalaria y formar talento. La respuesta, aseguran, ha sido receptiva.
“No podemos permitirnos perder esta oportunidad. Si no alineamos la regulación con la innovación, lo que hoy es una ventaja competitiva puede volverse una debilidad estructural”, advierte el ejecutivo. La amenaza no es menor: países como Costa Rica, Malasia o Vietnam ya compiten por atraer inversiones que antes eran casi exclusivas de México.
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