Pequeñas empresas, grandes desafíos para encontrar talento

Mientras las grandes compañías disponen de departamentos especializados en recursos humanos, acceso a bases de datos, filtros automatizados y evaluaciones psicométricas, las pequeñas deben operar con recursos limitados como recomendaciones informales, currículums recibidos por redes sociales y entrevistas improvisadas.
En ese escenario, el instinto reemplaza muchas veces al análisis, y la confianza se convierte en un acto de fe. Sin embargo, confiar a ciegas en decisiones de contratación rara vez resulta una estrategia rentable.
Una mala contratación no se limita a alguien que no cumple con el perfil: también incluye casos de fraude, falsificación o antecedentes ocultos.
En una gran empresa, este tipo de situaciones pueden ser absorbibles. En una pequeña, bastan para detonar una crisis: pérdida de recursos, tiempo, clientes e incluso reputación.
Una empresa nos compartió el caso de una directiva contratada sin verificación previa que, tras meses de baja productividad y evasión de responsabilidades, demandó por despido injustificado. Al revisar su historial, descubrieron que ya había repetido ese patrón en otras empresas. El daño fue tanto financiero como reputacional.
Diversos estudios indican que una proporción significativa de las empresas ha experimentado pérdidas operativas o de reputación debido a contrataciones inadecuadas. Se estima que ese costo puede llegar hasta el 30% del salario del empleado durante el primer año. Además, el 74% de los empleadores han admitido haber contratado a la persona equivocada para un puesto, lo que en muchos casos ha resultado en una disminución de la productividad y otros impactos negativos.
El problema es doble: por un lado, la urgencia de cubrir necesidades operativas obliga a contratar con rapidez; por el otro, la falta de herramientas y conocimientos limita la capacidad de hacerlo de forma adecuada.
Esta combinación lleva a muchas pequeñas empresas a recurrir a soluciones improvisadas que, aunque pueden parecer eficaces en el corto plazo, rara vez ofrecen resultados sostenibles.
Además, existe un factor que a menudo se subestima: el fraude. Los estafadores saben detectar organizaciones vulnerables, y una pequeña empresa sin mecanismos sólidos de verificación se convierte en un blanco fácil.
Desde la falsificación de documentos hasta el robo de información o recursos, los riesgos son diversos y sus consecuencias pueden ser graves. No se trata de alarmismo, sino de prevención.
La buena noticia es que el panorama está evolucionando. Las tecnologías para validar identidades y verificar antecedentes han dejado de ser privilegio exclusivo de las grandes corporaciones.
Hoy existen soluciones accesibles, ágiles y escalables que permiten a cualquier empresa, sin importar su tamaño o nivel de madurez, reducir significativamente los riesgos asociados al proceso de contratación.
En esta nueva realidad, el principal desafío ya no es solo económico, sino cultural: muchas organizaciones aún no reconocen la importancia de profesionalizar sus procesos de reclutamiento.
Y aunque cambiar la cultura empresarial puede ser más complejo que invertir en tecnología, también es un problema identificable y, sobre todo, transformable.
Es fundamental que las pequeñas empresas comiencen a entender la contratación como una inversión estratégica, no como un trámite operativo. Validar, contrastar, verificar y confiar con base en hechos implica un costo, sí, pero siempre será menor que el de corregir después un error.
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