
Por ejemplo, una conocida plataforma de streaming utiliza algoritmos que analizan los hábitos de consumo de cada usuario para recomendar contenido específico. Lo que no solo incrementa el tiempo de uso, sino que genera una sensación de conexión personal con la marca.
No hablo de personalización básica (como incluir el nombre del usuario en un correo), sino de una estrategia mucho más sofisticada que combina datos, Inteligencia Artificial (IA) y automatización para entregar experiencias únicas, contextuales y emocionalmente resonantes. Se trata de entender no sólo quién es el cliente, sino qué necesita, cuándo lo necesita y cómo prefiere recibirlo.
La hiperpersonalización se apoya en el análisis profundo del comportamiento del consumidor: desde su historial de compras y navegación, hasta sus interacciones en redes sociales y preferencias de estilo de vida. Con esta información, es posible diseñar mensajes, productos y servicios que parecen pensados exclusivamente para cada individuo.
Y no es solo un tema de eficiencia o ventas. Está demostrado que los consumidores recompensan a las marcas que los hacen sentir comprendidos. De acuerdo con el estudio Customer Friction Factor de NTT DATA, el 81% de los consumidores están dispuestos a compartir sus datos a cambio de una experiencia más personalizada, y más del 60% aseguran que cambiarían de marca si la experiencia no se adapta a sus necesidades.
¿Cómo se logra?
– Captura de datos inteligente: No se trata de acumular grandes volúmenes de información, sino de recolectar datos significativos con el consentimiento del usuario y un claro propósito de mejora de su experiencia.
– Análisis predictivo: Utilizando modelos de inteligencia artificial y machine learning, es posible anticipar necesidades y comportamientos futuros para entregar soluciones antes incluso de que el cliente las solicite.
– Omnicanalidad sincronizada: La hiperpersonalización debe ser consistente en todos los canales: web, app, tienda física, redes sociales, call centers… El cliente debe sentirse reconocido sin importar cómo interactúa con la marca.
– Automatización emocionalmente inteligente: No basta con automatizar procesos; es necesario hacerlo con sensibilidad, respetando el contexto del usuario y evitando la sensación de invasión o frialdad.
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