baristas se oponen al nuevo código de vestimenta

Starbucks dice que el cambio busca claridad. “Queremos ofrecer una experiencia más consistente en nuestras cafeterías, que ayude a que nuestros baristas se enfoquen en lo que más importa: preparar grandes bebidas y crear conexiones”, indicó la empresa en un comunicado. Cada empleado recibirá dos camisetas negras gratuitas.
Más que un uniforme
El cambio no es menor en una compañía que durante años vendió una cultura laboral basada en la autenticidad y la expresión personal. Para muchos trabajadores, ese margen se ha reducido drásticamente. “Starbucks ha perdido el rumbo. En lugar de escuchar a los baristas que hacemos la experiencia posible, se enfocan en detalles irrelevantes”, dice Paige Summers, supervisora de turno en Hanover, Maryland.
“Los clientes no se quejan del color de nuestra camisa. Se quejan porque esperan 30 minutos por un café”, agrega Summers, quien también critica que Starbucks siga vendiendo ropa con su marca en el portal interno, mientras prohíbe a los empleados usarla durante el turno.
Starbucks Workers United, el sindicato que representa a trabajadores de más de 550 tiendas de las 10,000 que la empresa opera en Estados Unidos, asegura que ya se había negociado una propuesta preliminar de código de vestimenta. La imposición de nuevas reglas sin cerrar ese proceso, afirman, rompe los principios de buena fe en la negociación colectiva.
La nueva política fue impulsada por Brian Niccol, quien asumió oficialmente como CEO de Starbucks en septiembre de 2024, y quien se propuso reforzar los valores fundacionales de la marca. En una carta publicada el año pasado, Niccol advirtió que Starbucks se había alejado de su esencia. “Hemos perdido parte de la magia que solíamos ofrecer”, escribió entonces.
Niccol sostiene que recuperar la experiencia Starbucks implica ordenar los procesos, simplificar los menús y generar un ambiente más acogedor. El nuevo uniforme sería parte de ese esfuerzo: estandarizar para reconectar con la base de clientes. Pero para muchos empleados, se trata de un síntoma más de la distancia creciente entre la dirección y el piso de venta.
La tensión se ha traducido en paros laborales en varios puntos del país, aunque la empresa ha minimizado el impacto. Starbucks afirmó que menos del 1% de sus trabajadores ha participado en las huelgas y que, en la mayoría de los casos, las interrupciones duraron menos de una hora.
El descontento se produce en un momento complicado para la compañía. Las ventas han caído este año, en parte por una menor afluencia en sus tiendas de Estados Unidos, mayor competencia en China y boicots en Medio Oriente. La presión por mejorar la experiencia tanto para clientes como empleados es más fuerte que nunca.
El sindicato insiste en que cualquier cambio al código de vestimenta debe ser materia de negociación colectiva. Y mientras las mesas de diálogo no se reactiven, los baristas seguirán alzando la voz. “Esto no es solo por la ropa”, dijo Summers. “Es porque queremos que se nos escuche”.
En las redes sociales, la protesta ha generado solidaridad entre trabajadores de otras cadenas de retail, e incluso clientes habituales han expresado apoyo al personal en huelga. Starbucks, por ahora, se mantiene firme.
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