El asombro en la niñez es la clave para formar talento que destaque en el futuro

Ciertamente hay niñas y niños que se asombran más fácil que otros, pero en general es padrísimo ver sus caritas entusiasmadas cuando algo les parece –literal– increíble.
Tristemente, esta capacidad de asombro se pierde con el tiempo. Entre que nuestro cerebro madura y que entendemos mejor cómo funciona el mundo, dejamos de admirarnos como niños. Incluso, como personas adultas tenemos que luchar con cierto grado de apatía para agradecer lo que nos pasa todos los días.
Más allá de la nostalgia, el concepto es crucial para el capital humano. La capacidad de asombro es una disposición emocional y cognitiva que está relacionada con una serie de habilidades blandas altamente valoradas en el mercado laboral. Por ejemplo, impulsa la curiosidad, refuerza el deseo por aprender de forma continua, da rienda suelta a la creatividad y complementa el pensamiento crítico.
Según el reporte del Foro Económico Mundial, El Futuro del Empleo 2025, estas habilidades están dentro del Top 10 que buscan los empleadores actualmente y se pronostica que su demanda aumente todavía más en 2030.
En ese sentido, un gran desafío que tenemos las y los cuidadores de las infancias es cómo nutrir esta capacidad de asombro que viene de forma natural y preservarla por más tiempo. Al menos para mí, como madre, es una prioridad.
¿Cómo lo hago? Mi naturaleza es curiosa, entonces me es relativamente fácil encontrar oportunidades para compartir esta característica con mis hijos en cualquier momento.
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