‘Feedback’, una oportunidad invaluable para crecer, mejorar y alcanzar el éxito

Te resultará evidente que las personas más exitosas no rehúyen a la retroalimentación, por el contrario, la buscan, la analizan y actúan en consecuencia. Te invito a que exploremos las dos dimensiones fundamentales del feedback: el arte de recibirlo y la maestría de darlo.
El arte de recibir ‘feedback’
Recibir retroalimentación es, en esencia, un acto de humildad y apertura. Creo que uno de los principales errores al recibir feedback es interpretarlo como un ataque personal. Esta respuesta emocional defensiva impide ver el valor que puede haber en lo que se nos dice. Desde mi experiencia, el primer paso para aprovechar verdaderamente la retroalimentación es separar la emoción de la información. Y no se trata de suprimir lo que sentimos, sino de observar nuestras emociones, evitar reacciones y filtrar el mensaje que hay detrás. Al recibir feedback no necesitamos responder, solo recibir, y luego analizar internamente cuál es el aprendizaje.
Recibir feedback con madurez implica reconocer que no somos perfectos y que siempre hay espacio para mejorar. Al recibirlo, es útil preguntarse ¿qué botón tocó este comentario en mí? ¿Cuán repetida he escuchado de otras personas esta información? ¿Cómo me puede servir para mejorar? ¿Qué parte de esto resuena en mi interior? Claro que no toda retroalimentación será precisa o justa, pero incluso la crítica mal expresada puede contener una verdad útil; no nos cerremos, tomemos lo que nos funciona. Aceptar aquello con lo que nos identificamos, y usarlo como punto de partida para mejorar, es una muestra de fortaleza, no de debilidad.
Además, cuando el feedback se recibe con la mentalidad correcta se convierte en una brújula. Muestra nuestras áreas ciegas, nos da perspectivas distintas y nos permite tomar decisiones informadas para crecer tanto personal como profesionalmente. Las personas exitosas lo saben: no se trata de complacer a todos, sino de aprender de todos.
La maestría de dar retroalimentación: directa, constructiva y respetuosa
Considero que dar feedback es un acto que se basa en dos grandes pilares; responsabilidad y respeto. Hacerlo bien requiere claridad, sensibilidad y propósito. Desde mi perspectiva, el primer principio es ser directo, pero constructivo: decir la verdad sin rodeos innecesarios, pero con la intención clara de ayudar al otro a mejorar.
Me he percatado que un desacierto común al dar retroalimentación es enfocarse en la persona en lugar de su comportamiento o resultados. Es importante recordar que el feedback no debe ser un juicio sobre el carácter, personalidad y mucho menos apariencia del otro, sino una observación objetiva sobre acciones concretas. Por ejemplo, en lugar de decir «eres desorganizado», es más útil y respetuoso decir: «he notado que llegas tarde o entregas fuera de tiempo tus tareas, ¿te encuentras bien?, ¿qué ocurrió?, ¿cómo te puedo ayudar?».
Por supuesto que la forma y el contexto también importan. La retroalimentación debe darse en privado, especialmente si se trata de aspectos sensibles. Hacerlo en público puede generar vergüenza y resentimiento, lo cual bloquea cualquier posibilidad de aprendizaje. En cambio, una conversación privada crea un espacio seguro donde la persona puede reflexionar sin sentirse humillada.
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