
<![CDATA[
Durante la pandemia, tuve la oportunidad de estar en el MIT, un epicentro de innovación tecnológica. En aquel entonces no se vislumbraba aún en el horizonte la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) y menos aún que estuviera tan próxima esta tecnología entre las discusiones académicas y empresariales. Hoy, apenas unos años después, esta tecnología ha irrumpido con una fuerza inesperada, transformando industrias y capturando la imaginación colectiva.
Este crecimiento vertiginoso ha desatado el fenómeno ya conocido como FOMO (Fear of Missing Out) o el miedo a quedarse fuera. Empresas de todos los tamaños y sectores, impulsadas por la urgencia de no perder relevancia, están invirtiendo masivamente en proyectos de IAG, a menudo sin una comprensión profunda de sus implicaciones o una estrategia clara. Un área donde esta fiebre inversora es particularmente evidente es en la construcción de centros de datos. A nivel global, hemos sido testigos de inversiones multimillonarias destinadas a crear la infraestructura necesaria para soportar las demandas computacionales de la IAG. Sin embargo, recientes informes sugieren que podríamos estar acercándonos a una sobreoferta preocupante. Por ejemplo, según datos de la Academia China de Tecnología de la Información y las Comunicaciones (CAICT), hasta junio de 2024, China había construido más de 250 centros de datos, representando el 26% de la capacidad mundial. Sin embargo, la demanda de uso apenas alcanza el 5%, lo que indica una significativa infrautilización de estas instalaciones. Expertos advierten que esta sobreconstrucción podría llevar a un exceso de oferta, con centros de datos inactivos debido a la escasa demanda, resultando en pérdidas financieras y una posible desaceleración económica en el sector. Además, informes de la firma JLL señalan que, aunque la adopción de la IA ha impulsado el crecimiento de los centros de datos, existen preocupaciones sobre su capacidad para manejar las inmensas necesidades computacionales. La mayoría de los centros de datos actuales requieren actualizaciones estructurales y de diseño para adaptarse a las cargas de trabajo de la IA, lo que implica inversiones adicionales significativas. En México, la situación no es muy diferente, aunque hay un creciente interés en la IA, la inversión se ha centrado más en la planificación y exploración que en la implementación efectiva. Esto sugiere que, si bien existe entusiasmo, aún falta una estrategia clara para aprovechar plenamente el potencial de la IAG en el mercado mexicano.
Hoy observo con cautela esta tendencia. Si bien la IAG ofrece oportunidades sin precedentes, es esencial que las empresas adopten un enfoque reflexivo y estratégico. Invertir impulsivamente, guiados por el FOMO, sin una comprensión clara de los beneficios y desafíos, podría llevarnos a una burbuja similar a la de las puntocom a finales de los años 90. Es imperativo que las organizaciones realicen análisis exhaustivos, comprendan las necesidades específicas de su industria y evalúen la viabilidad a largo plazo de sus inversiones en IAG. Solo así podremos garantizar que esta revolución tecnológica se traduzca en un crecimiento sostenible y beneficios reales para la sociedad. ____ Nota del editor: Bruno Juanes es CEO Inetum North Latam. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
]]>
DERECHOS DE AUTOR
Esta información pertenece a su autor original y se encuentra en el sitio https://expansion.mx/opinion/2025/04/16/inteligencia-artificial-generativa-innovacion-o-burbuja-en-formacion