
China, una economía dinámica, que siempre ha sido una opción, reaparece como una oportunidad para México en productos agroalimentarios y manufacturados; sin embargo, también es un competidor importante en sectores clave como el textil, automotriz y electrónico, lo que nos presenta un desafío importante: debemos crear sinergias sin que las exportaciones chinas nos eclipsen.
Por otro lado, Japón, Corea del Sur y Singapur ofrecen alternativas menos competitivas pero igual de prometedoras. Dichos países complementan la estructura industrial de México, posibilitando colaboraciones en lugar de enfrentamientos. Aunque sus mercados son más pequeños que el ofrecido por China, su importancia geopolítica y económica resulta bastante atractiva.
La relación de México con Asia debe ser clara: México no debe competir codo a codo con China en todos los sectores. Por ejemplo, Japón y Corea del Sur cuentan con una industria automotriz avanzada y que se ha desarrollado de forma acelerada, pero sus capacidades de producción no entran en conflicto con la de México, que se especializa en ensamblaje y manufactura de componentes de mayor volumen. Es aquí, que el país puede convertirse en un socio clave dentro de las cadenas de suministro de estas economías.
Con Singapur y la India, la relación es con un enfoque a largo plazo. India, con la creciente demanda de productos de consumo que está viviendo, ofrece nichos interesantes para las exportaciones mexicanas, en particular en el sector agroalimentario, donde la relación entre ambos países sigue en expansión. Por su parte, Singapur, como hub financiero y logístico, puede convertirse en una puerta privilegiada al mercado asiático más amplio para productos mexicanos que deseen ingresar.
En este contexto, la renegociación del T-MEC debe considerarse no sólo como un acuerdo trilateral, sino como un trampolín hacia la exploración de nuevos mercados. Los mercados asiáticos deben ser vistos como una oportunidad de crecimiento, siempre y cuando estén acompañados de un plan que promueva la diversificación hacia mercados más equilibrados, que complementen la producción y el comercio mexicano sin la necesidad de competir de manera directa.
El comercio con estos países puede resultar más favorable a largo plazo para México, ya que la colaboración es más amplia y de menor confrontación. México debe posicionarse como un líder en sectores estratégicos para estas economías asiáticas: automotriz, agroindustria, electrónica y manufactura avanzada.
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