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Por una condonación de la deuda latinoamericana –

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Según el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht, hay muchas maneras de matar: se puede no ayudar a alguien en caso de enfermedad, se puede quitar a alguien el pan o el trabajo, se puede declarar una guerra. En fin, existen varios ejemplos excluidos de la lista de sanciones impuestas por el Estado moderno capitalista que hacen alusión a este fenómeno. En días recientes tocó a Argentina recordarnos otro: el endeudamiento externo. Que en el país citado ha sido considerado por muchos como ilegítimo, por el modo, el monto y las circunstancias bajo las cuales el FMI concedió un préstamo al gobierno de Mauricio Macri, en el año 2018.

Este caso resulta emblemático al permitirnos a las y los economistas salir de la narrativa dirigida a sólo culpar a los gobiernos por contraer deuda de manera irresponsable. Es muy estimulante ver que comienza a plantearse, con solidez, que la responsabilidad mayor es de los acreedores por su incapacidad de anticipar que los deudores no podían hacer frente a nuevas deudas. Dicho de otro modo, están surgiendo planteamientos que abiertamente se pronuncia por dejar de exonerar a las instituciones financieras de la responsabilidad que tienen en el escenario de crisis que envuelve a nuestra región. Argumentando que, si en estos momentos existe una deuda impagable, no se debe al comportamiento insensato o imprudente de algunos gobiernos, ni siquiera a una mala intención por parte de las administraciones de los países centro, sino a la forma en la que se ha organizado el sistema financiero. De lo contrario, ¿Cómo explicar que en los últimos 20 años la deuda externa latinoamericana se multiplicara por diez, sin que esto se tradujera en el aumento de la capacidad productiva de nuestra región? 

La respuesta más palpable encuentra en el aumento en el pago de intereses. En recientes trabajos realizados por Oscar Ugarteche, Henry Mora y Franz Hinkelammert, se ha demostrado que más de la mitad de la deuda externa de América Latina es simplemente ficticia. Situación que más allá de dar cuenta del tipo ética con la que opera el sistema financiero, nos habla de los grandes problemas por los que deben atravesar los países endeudados. Pensemos en los Estados que al contratar préstamos han sido sometidos a las reglas del derecho privado, afectado con ello su soberanía. Lo peor del caso es que los conceptos de soberanía y autonomía no han sido de particular interés para élites latinoamericanas. Quienes, acostumbradas a la subordinación frente al exterior, poco les importa distinguir si ésta es productiva o financiera. ¡Qué más les da si ya aceptaron una subordinación intelectual! Si no me creen, lean las columnas que se escriben con ánimo de ser leídas y bien recibidas por parte de las élites en Estados Unidos.

Ante esta situación, resulta urgente que en los espacios públicos de nuestro continente comience a despertarse el interés y el movimiento político dirigido a cambiar las reglas del juego internacional. Recordar el antecedente europeo y las deudas contraídas a raíz de las reparaciones de la guerra, que llevaron a importantes cambios en la materia, han servido de inspiración para que hoy en nuestra América comiencen a sonar con mayor fuerza demandas como las siguientes: 1) La cancelación de la deuda. Con dos posturas al respecto, una que se pronuncia por la cancelación de toda la deuda del sur global, sin condiciones; y otra que lo hace por la deuda de los países más pobres, con condiciones positivas. 2) Creación de un tribunal de arbitraje internacional. 3) Creación de un procedimiento de insolvencia para proteger los niveles de gasto social utilizando los criterios de la ley de quiebras de Estados Unidos. 4) La posibilidad de que la deuda sea pagada en moneda nacional y no en dólares. 5) Creación de un tribunal internacional de arbitraje independiente de los acreedores y deudores que utilice un código financiero internacional, hoy inexistente. Dicho tribunal además tendrá como función el juicio de casos de corrupción a escala global.

Como se puede notar, estas propuestas tienen como objetivo trazar vínculos de solidaridad global, que permitan a los gobiernos progresistas poner en el centro del ejercicio presupuestario políticas dirigidas a hacer frente a los efectos económicos y sociales derivados del neoliberalismo y recrudecidos con la pandemia. Pues un país que no puede pagar su deuda o si quiera los intereses que ésta genera, está condenado a implementar ajustes estructurales que bien pueden ser leídos como un eufemismo de la fuente histórica de extracción de excedentes de nuestra región.

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Esta nota fue recopilada de: https://revoluciontrespuntocero.mx/por-una-condonacion-de-la-deuda-latinoamericana/, el notichairo solo difunde otro enfoque de la verdad.

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