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“No quiero ir al hospital”, el dilema de vida o muerte de un enfermo por covid-19 (nota de Nurit Martínez en OEM-Informex)

"No quiero ir al hospital", el dilema de vida o muerte de un enfermo por covid-19 (nota de Nurit Martínez en OEM-Informex) julioastillero.com
FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM


La oxigenación de Víctor Hugo llegó al 85 por ciento, al llegar al hospital, el médico solo dijo: requiere intubación inmediata

Nurit Martínez | OEM-Informex

El paciente llegó en condiciones críticas, desde hace una semana traía tos y se sentía muy decaído. Después del ingreso y media hora de papeleo, la peor de las noticias llegó para la familia… había muerto

Es viernes y el tráfico en la Ciudad de México se ha incrementado por la gente que sale a las primeras fiestas de diciembre. En uno de los autos que circula por Popotla viaja Víctor Hugo, su esposa y su hermano. En el trayecto regular de media hora ellos hacen hora y media para llegar al Hospital Rubén Leñero. La última toma dice que Víctor oxigena al 85 por ciento, tiene una semana con tos y está muy decaído. Son síntomas de Covid-19. En la última semana ha repetido a su familia “no quiero ir al hospital, no me lleven”, por lo que al cambiar de opinión sorprende y alarma a su esposa.

Patricia, quien trabaja en una oficina de gobierno en el Estado de México, lo ayuda a bajar del auto. Los médicos revisan sus niveles y tratan de mantenerlo despierto. Ella no ingresa al área de Covid-19, está prohibido. Apenas da la vuelta regresa uno de los médicos y le dice que la condición de su esposo es delicada y requiere que lo intuben de inmediato.

FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM

Inician los trámites, las firmas, las autorizaciones. Casi es media hora en ese papeleo. Apenas terminan de ello y el personal vuelve a solicitar la presencia de Patricia. Sólo es para decirle que Víctor Hugo acaba de fallecer. Son las 9:30 del viernes 4 de diciembre.

El calendario de la muerte

Su hijo, también de nombre Víctor, se mantiene en resguardo dos semanas después de eso. También tiene Covid-19 y la pequeña tos le impide hablar de manera fluida. Relata que ambos se contagiaron al mismo tiempo. Los primeros síntomas los registraron el fin de semana del 28 y 29 de noviembre.

Víctor Hugo era jefe en una empresa de monitoreo de videovigilancia, coordinaba a los trabajadores y acababa de regresar de una inspección por la zona de Nezahualcóyotl. “Tenía que ir a trabajar a pesar de que en su empresa se habían presentado casos de Covid-19. Si se presentaba un caso los descansaban sólo dos días. Ese fin de semana él empezó con gripe al igual que yo”, rememora Víctor.

El joven que trabajaba hasta antes de la pandemia en la zona de bares de República de Cuba, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, debió dejar ese empleo en febrero y encontró trabajo en el área de servicios escolares en una escuela privada.

“Ese día que empezamos con gripa no nos sentíamos mal, pero con todo lo que se ha informado fuimos a consulta con una doctora de la colonia. Ella nos dijo: ‘reposen 48 horas para saber cómo evolucionan’”. Luego de pagar los 70 pesos por cada uno regresaron a casa.

No nos dieron una receta ni un medicamento

Lunes y martes no registraron mayores malestares, incluso se mantuvieron haciendo home office, pero ante la posibilidad de tener Covid-19 decidieron ir al kiosko ubicado en el parque Cañitas para hacerse la prueba. Los dos resultaron positivos.

“Lo que a mí me dijeron y también por separado a él fue: ‘vete a tu casa, enciérrate por 20 días, no salgas. No nos dieron una receta, un medicamento, sólo dijeron: ‘si te sientes mal ve a una clínica, al doctor’. Eso fue todo”.

De regreso “hablé a Locatel y nos brindaron atención, nos preguntaron síntomas y nos dieron una lista de medicamentos. Unos para mí y otros diferentes para mi papá. Además compramos un termómetro de cien pesos, un oxímetro de 300 pesos, más medicina. Fueron dos mil pesos en total”.

Para ese momento Hugo decía que se sentía mal, se veía cansado. El miércoles lo llevaron a un doctor. Éste le cambió el medicamento, recomendó colocarle oxígeno para ayudarlo a respirar y les advirtió la posibilidad de hospitalizarlo.

Pasaron las horas en lo que conseguían el oxígeno porque “había lista de espera”. Lo que consiguieron fue la promesa de tenerlo hasta el jueves en la tarde.

Patricia buscó alternativas para su esposo y habló con un conocido, quien le sugirió la posibilidad de llevarlo al Hospital Militar. Luego de conseguir un auto particular lo trasladaron, pero no lo recibieron. En el acceso le dijeron a Patricia que no estaban aceptando pacientes.

Al verse en esa situación, Víctor Hugo pidió regresar a su casa porque justo en ese momento su cuñado les confirmó que en 20 minutos llegaría el oxígeno a la casa. “Lo conectamos y empezó a oxigenar bien. Él ya estaba oxigenando 40, después subió a 50, a 60, a 80, a 85, ya estaba bien”, cuenta su hijo Víctor.

Era necesario llevarlo al hospital
El joven pasó esas noches angustiado por su “Apá”, su “Bro”. Por momentos él también se sentía muy mal, pero la condición de su papá, cada vez más delicada, y ver que su mamá necesitaba apoyo, lo hicieron salir adelante.

El jueves Víctor Hugo siguió estable, aunque con mucha tos. “Ahí le empezamos a decir que ya era necesario llevarlo al hospital. Él decía que no, él no quería ir porque sabía que si iba al hospital ya no iba a salir. Supongo que por todas las noticias y la información en tantos meses de pandemia pensaba otras cosas”.

Ahora Víctor piensa que aunque ellos quisieran haberlo llevado, “él no quería. No lo podíamos obligar”.

El viernes, desde que se levantó, “lo vimos mal y al medio día le dijo a mi mamá: ‘¿sabes qué? Ya necesito que me lleven a un hospital”.

Como no tienen automóvil, Víctor marcó al 911 para solicitar una ambulancia. Pasó media hora y nunca llegó. Volvió a llamar pero en respuesta le dijeron que ya había un reporte. Por más que llamaban, la ambulancia no aparecía.

Las horas seguían pasando y “para las 2:30 o 3:00 de la tarde nos dijeron que el reporte se había perdido porque hubo cambio de turno y que se iba a meter un reporte nuevo”.

Mi papá estaba muy mal
La reacción fue de desesperación de toda la familia. Víctor insistió con su celular y empezó a denunciar la situación en Twitter, al mismo tiempo que encontró en internet que una opción más para conseguir ambulancia era a través de la aplicación del gobierno de la Ciudad de México. Bajó la app a su smartphone y solicitó nuevamente el servicio.

Después de 20 minutos llegó la unidad 2777 de la Cruz Roja. Los paramédicos ingresaron con su equipo Covid al domicilio, un departamento en renta de la alcaldía de Azcapotzalco. Revisaron a Víctor Hugo, le inyectaron una dosis adicional del medicamento que tenía recetado y le abrieron aún más las válvulas del oxígeno.

“El paramédico le dijo a mi mamá que mi papá estaba muy mal, que era necesario llevarlo a un hospital”.

Al buscar disponibilidad en hospitales sólo había dos camas: una en Tláhuac y otra en Ecatepec. “Ahí nos empiezan a decir que hay varios riesgos: uno que no aguante el traslado, por el oxígeno. Otra que falleciera en el traslado o que en el transcurso se pudieran ocupar las dos camas. Nos aconsejaron que en un auto particular lo lleváramos a un hospital de la Ciudad de México”.

Patricia recurrió una vez más a su familia y contactó a uno de sus hermanos, quien consiguió un auto para trasladar a Hugo al Hospital Rubén Leñero.

Media hora después de ingresar al hospital, falleció
Víctor Hugo pasó a sumar a la estadística de más de 125 mil fallecidos desde el mes de marzo en México por Covid-19.

“No sé qué podría cambiar. Desafortunadamente, aunque hubiéramos querido que el servicio fuera más rápido, sé que por la saturación no se puede y es entendible. Tampoco sé cómo evaluar el plan de Gobierno porque tampoco estamos poniendo del todo. Yo tengo que salir a trabajar, mi papá tenía que salir a trabajar porque la economía también está en riego y están cerrando comercios, lugares de trabajo”.

En su reflexión, Víctor considera que la situación que vive la Ciudad de México en este momento, con el regreso al semáforo rojo y nuevas restricciones para los comercios, es producto de que “la mayoría de la gente sale por diversión, porque se sienten encerrados. Creo que lo que se necesita es que (las autoridades) sean más duras y firmes en pedir que no salgan (los ciudadanos) a la calle si no lo necesitan”.

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Esta nota fue recopilada de: https://julioastillero.com/no-quiero-ir-al-hospital-el-dilema-de-vida-o-muerte-de-un-enfermo-por-covid-19/, el notichairo solo difunde otro enfoque de la verdad.

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