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Medioambiente, el meollo del asunto

“¿Porque gastamos tiempo en estas pendejadas?”, es el comentario que se escuchó entre el grupo de reporteros mientras el embajador Ken Salazar me respondía una pregunta sobre la vaquita marina y la relación México-Estados Unidos.

Ese comentario (y 101 variaciones del mismo) han sido una constante desde que comencé a reportar con un enfoque de medio ambiente, al grado que ha dejado de ser un comentario molesto, y ha pasado a ser un chiste que incluso yo hago. Al final del día hay que aprender a reírse de uno mismo.

Lo menciono como anécdota, pues sirve para ilustrar un problema con el que me topo todos los días, una mentalidad Zen de profunda ignorancia, que en algunos casos raya en la estupidez.

Hablar de medio ambiente es difícil, principalmente porque contraviene todo lo que esta sociedad nos ha enseñado. Todas las soluciones que se pueden dar a las problemáticas que se relacionan con él son de largo plazo y no verán una mejora sustancial en años. Es difícil explicar a alguien que vive en el día a día la razón por la que se debe preocupar de cuantos árboles se talan en un bosque a mil kilómetros de distancia, o cuántos peces matan al año en una provincia del lejano oriente.

Hace algunos días, en un momento de la más pura honestidad, un viejo amigo me cuestionó sobre las razones de mi híper fijación con estas cuestiones. La respuesta fácil podría haber sido mi TDAH, o quizás que me gusta ser el dolor de cabeza de alguien, pero la realidad es otra.

La mayoría de los comentarios que he escuchado sobre lo tonto que es gastar el tiempo de mis colegas y los funcionarios con mis temas no vienen de quien lo dijo originalmente (principalmente porque les falta la espina dorsal necesaria para decírmelo en la cara), pero casi todos vienen de la vieja guardia del periodismo, esos que creen que todo lo saben y todo lo pueden, que no es periodismo si no tiene su sello de aprobación.

De este grupo podemos aprender que se debe ser lo suficientemente inteligente para saber que no lo sabes todo. Todos los días me sorprendo de lo poco que sé, de lo mucho que tengo que aprender de mis colegas, como los compañeros que forman parte de la Red de Periodistas del Mar y Causa Natura, excepcionales profesionistas que ponen toda la carne al asador, haciendo un fino trabajo que recomiendo cada que puedo.

Pero decir que todo el ambiente periodístico de Tijuana y Baja California es igual sería mentir, he tenido la extraordinaria suerte de tener compañeros y compañeras que han apoyado hasta mis más extravagantes delirios.

Yolanda Morales, Aline Corpus, Gabriela Martínez, Ángela Torres entre otras y otros compañeros del medio me han dado palabras de aliento, buenas vibras, junto con su apoyo siempre que lo he necesitado, que me ha dado las fuerzas necesarias para seguir avanzando.

De ellas he aprendido que en este negocio es un privilegio hablar de los temas que te gustan y apasionan, pero que ese privilegio vine acompañado de una obligación moral. El de extender una mano amiga a aquellos que empiezan y a aquellos que lo necesitan. El egoísmo (así como el cinismo) no tiene cabida en este negocio, si se ejerce como se debe.

Aquí mismo, el buen Jesús Pérez Gaona ha dejado de ser mi editor y ha pasado a ser mi cómplice, quien aunque no está del todo interesado en los temas en que suelo usar mi tiempo, siempre está dispuesto a escuchar, a permitirme explayar en mis disquisiciones, además de estar dispuesto a publicar mis temas, siempre y cuando pueda explicarlos de manera cabal.

La Red de Periodistas del Mar, excepcionales profesionistas que ponen toda la carne al asador, haciendo un fino trabajo que recomiendo cada que puedo.

Un ejemplo claro de este último punto es la vaquita marina. Yo sé, estimado lector, que usted posiblemente se ha cansado de leer mil y un notas que discuten el posible final de esta marsopa.

El propio Pérez Gaona me ha puesto cara de fuchi cuando vuelvo a verter el tema a cualquier conversación que tenemos, por lo que me parece que esta es una buena ocasión para explicarle a él y a los muchos o pocos que han seguido mis esfuerzos periodísticos con el susodicho animal, la razón de mi fijación.

En la opinión de este joven reportero, la vaquita marina encapsula perfectamente el triste estado del interés al medio ambiente en México, pero también muestra la luz al final de este túnel, un rayo de esperanza en forma de delfín comprimido.

El gobierno federal por más de cuatro décadas ha hecho caso omiso a la precaria situación del Golfo de California, en parte debido a que proteger este santuario requiere inversión, esfuerzo y paciencia, tres cosas que a ningún gobernante de este país le han sobrado.

Los gobiernos estatales de la región han optado por la salida fácil, simplemente desentenderse de la situación, argumentar que la mayoría de la responsabilidad está en manos del Gobierno Federal y lloriquear incontrolablemente cuando la sociedad organizada les demuestra que con un poco de seso y voluntad se pueden crear planes o programas que de alguna manera mitigan las dificultades.

Los gobiernos municipales han aplicado una estrategia parecida, simplemente levantar las manos en señal de ignorancia y seguir caminando. Algo parecido a la actitud de Susanita en Mafalda, “todos vamos a decir qué barbaridad y vamos a seguir jugando”.

Hoy, son los grupos pesqueros, los investigadores los que dan pauta a las autoridades, y quizás si los tres niveles de gobierno pueden dejar de lado su ego, poniendo de frente una actitud conciliadora, hay una mínima posibilidad de que en un futuro no lejano dejemos de leer sobre la inminente extinción de la marsopa, además de los miles de especímenes de flora y fauna que viven en la región.

Como este, hay muchos temas. La contaminación en las playas del país, la sobre explotación de mantos acuíferos, la minería submarina, entre otros.

La manera en que las autoridades de todos los niveles responden a los cuestionamientos nos dice mucho de ellos, de qué tan egoístas son a la hora de gobernar y si están verdaderamente pensando en el futuro de sus gobernados, o si solo están pensando en la siguiente elección.

Ahí está, querido lector, el meollo del asunto.

 

Twitter: @JuanPabloGCZ

 

Esta nota fue recopilada de: https://revoluciontrespuntocero.news/medioambiente-el-meollo-del-asunto/, el notichairo solo difunde otro enfoque de la verdad.

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