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Mas allá de Loret, la disyuntiva hacia 2024

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Carlos Loret es a lo más la punta del iceberg; la careta de un grupo de intereses empresariales y políticos entrelazados que golpean al Poder Ejecutivo para obtener más espacios de poder y negocios. Pero el exconductor de Televisa no representa al único grupo de adversarios al presidente, son varios y Andrés Manuel López Obrador lo sabe.

Existe por una parte una lógica mercenaria, como diría el gran Ryszard Kapuściński: “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante».

La máxima es cierta para México pero aquí no solo algunos medios han buscado febrilmente recursos públicos sino quitar y poner presidentes que se conviertan en gerentes de sus intereses políticos y empresariales. Por otra parte hay pues, una lógica de poder.

Esos grupos quisieran también controlar a ños poderes formales del Estado, por eso el presidente ha hecho bien en resistir la andanada, sabe que goza del respaldo mayoritario y que hincarse ante ellos sería claudicar a su misión histórica: la Cuarta Transformación del país.

Al presidente le interesa más lo que está detrás de Loret y otros periodistas fachada. Por eso lanza el anzuelo y provoca una respuesta pública; primero quiere que los patrocinadores de esos conductores que participan en campañas descaradamente abiertas en su contra salgan a la luz y muestren su verdadero rosto.

Uno de los grandes vicios del régimen neoliberal fue que los medios de comunicación en su mayoría no se convirtieron en vasos comunicantes y de exigencia entre la ciudadanía y los gobernantes sino en un poder fáctico: el llamado Cuarto Poder.

Uno de los momentos climáticos de ese poder mediático se vivió en 2012 cuando Televisa logró imponer a su candidato en la Presidencia como protagonista de su telenovela estelar.

Con la tecnología, la competencia y la amplia apertura en redes sociales, los medios tradicionales, radio, televisión e impresos que no han sabido adaptarse a los cambios, han dejado de ser un negocio porque pierden televidentes, radioescuchas o lectores que hoy optan más por la interacción más directa en el ciberespacio.

En México, al amparo del poder gubernamental, se generó un periodismo mediocre, acomodaticio al régimen neoliberal que mientras fuera sumismo podía acceder a buenas cantidades de dinero público. Un periodismo hueco o un simple cascarón para hacer más relaciones públicas que informar o denunciar las injusticias mientras saqueaban al país.

Por igual se desarrollaron medios como caretas de grandes grupos empresariales bajo la idea de que lo que no se pudiera obtener por la vía legal o de la competencia, se debía obtener mediante golpes mediáticos. Aunque también algunos grupos pusieron sus medios fachada para defenderse de otros grupos políticos y económicos en disputa. Jamás los ha motivado un interés periodístico.

El presidente sabe que detrás de la nota deficiente y fallida sobre José Ramón López Beltrán y Carolyn Adams no hay una intencionalidad periodística sino un ánimo de golpear a la Cuarta Transformación que representa. Es una flecha que han lanzado sus adversarios, incluyendo a Mexicanos Contra la Corrupción, a manera de aviso de varias más que mandarán de aquí al 2024.

Si pensaron que la embestida a coro sería suficiente para arrinconar y someter al presidente, otra vez, los reaccionarios erraron en su análisis y no tuvieron la capacidad de entender que en estos terrenos juega mejor AMLO e incluso hasta disfruta ver a sus adversarios como unos ridículos, hipócritas y vulgares. «Mientras más me golpean más digno me siento», ha retomado la frase del liberal Ponciano Arriaga.

López Obrador felicita a sus adversarios que se junten, dejen de simular y se coloquen en un mismo bando; en el lado contario a su proyecto que no es el de un solo hombre sino de millones de mexicanos y mexicanas humillados y abandonados por décadas en un país siempre roto.

En consecuencia la disyuntiva que AMLO traza hacia el 2024 es definitoria: o se opta por apoyar al viejo régimen en el que unos cuántos racistas y clasistas barrían con todo mentras las mayorías resistían las injusticias o se procura un nuevo régimen imperfecto que mucho tendría que corregir pero incluyente y que procura que la mayorías obtengan beneficios reales y directos a sus bolsillos producto de su propio trabajo.

Estamos en un momento histórico único y para 2024 la disyuntiva está trazada entonces: la posibilidad de que se prolongue un proyecto colectivo que deberá ser revisado y ajustado con autocrírica o el retroceso al triunfo de la corrupción y de la impunidad para que regresen los de siempre a hacer lo que mejor saben hacer; vivir de las mayorías.

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Esta nota fue recopilada de: https://revoluciontrespuntocero.mx/mas-alla-de-loret-la-disyuntiva-hacia-2024/, el notichairo solo difunde otro enfoque de la verdad.

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