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Infiltración y movimientos sociales

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En los últimos días en el país se ha sostenido un debate en medios de difusión colectiva y redes sociales sobre la violencia, la mayor parte de la discusión se ha centrado en lo ocurrido en el estado de Querétaro durante un partido de futbol. Con muy mala intención se intentó llevar ese debate también a la marcha de conmemoración del Día Internacional de la Mujer, 8M, donde afortunadamente el movimiento feminista (como en otras ocasiones) dio una lección a muchos medios de comunicación y funcionarios públicos que auguraban una marcha “particularmente violenta”.

Aunque las motivaciones en uno y otro hecho no tendrían una comparación que se pudiera sostener con seriedad, en la discusión pública se colocó un común denominador tratando de explicar las condiciones de violencia que se pudieran dar en ambos fenómenos. La palabra infiltración fue usada una y otra vez con distintas intenciones o motivaciones.

Si entendemos la infiltración como la acción de introducirse en un partido, corporación, medio social, etc., con propósito de espionaje, propaganda o sabotaje, es claro que por lamentables que hayan sido los hechos suscitados en Querétaro no fueron producto de una infiltración sino de una acción delictiva de un conjunto de personas que deberán responder ante las autoridades correspondientes, como también lo tendrían que hacer las autoridades responsables de tomar medidas para prevenir tales conductas y los directivos de los clubes involucrados.

La acción de infiltrar un movimiento social ha sido largamente usada en nuestro país y es generalmente organizada desde los espacios con acceso a poder y financiamiento público o privado, incluso extranjero. La infiltración tiene como principal objetivo destruir a un movimiento social desde dentro, desde sus propias filas y no siempre toma la forma de acción violenta, en ocasiones tiene el objetivo de pervertir a quienes integran una organización, en ocasiones se trata de generar rupturas a través de intrigas, a veces toma forma de espionaje para usar esa información y “entregar” a dirigentes para ser arrestados.

Es verdad que los modelos de gobierno neoliberales han generado condiciones de violencia como la sucedida en Querétaro y más aún si se confirma la cercanía de integrantes de las llamadas barras con la delincuencia organizada, no es atribuible a las condiciones actuales que por el contrario intentar dar nuevas oportunidades de estudio y trabajo a la juventud mexicana. Pero también es verdad que nuestro actual gobierno esta obligado moralmente a dar con quienes resulten responsables de cualquier intento de infiltración en todo movimiento social.

No basta con señalar que hay infiltrados, se debe presentar y enfrentar a la justicia a autores materiales e intelectuales de infiltrar a movimientos obreros, campesinos, estudiantiles, indígenas, ambientalistas, etc., y por supuesto del movimiento feminista. No se puede actuar por encima y resguardarnos en la declaración fácil de la infiltración que genera por un lado un tufo de responsabilidad del movimiento mismo y por otro es en si misma una revictimización al pretender sugerir que es responsabilidad de les manifestantes no ser infiltrados o ser culpables de dejarse infiltrar.

Si el estado acusa infiltración, entonces esta obligado también a desplegar todas sus capacidades y facultades para investigar tal infiltración al ser el antecedente de posibles actos delictivos. En este nuevo México que estamos viviendo y construyendo, dar con les responsables de la infiltración de movimientos sociales es también una obligación del estado.

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Esta nota fue recopilada de: https://revoluciontrespuntocero.mx/infiltracion-y-movimientos-sociales/, el notichairo solo difunde otro enfoque de la verdad.

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