Bienvenidas y bienvenidos a este nuevo espacio de reflexión. La trampa del mercado es una columna para escudriñar los múltiples peligros que encarna ser un país en desarrollo conviviendo en el mismo espacio mundial con países plenamente desarrollados. Esta desigualdad estructural es nuestro concepto de trampa. Por otro lado, precisamos que mercado es entendido como un tiempo-espacio económico en el cual se coordinan las relaciones comerciales y productivas a escala global. El mercado es considerado, así, una fuerza productiva social. Por lo tanto, quien tenga el control y dominio buscará llevar todos los beneficios de la producción social colectiva global hacia su molino, por lo regular bajo la concentración en un pequeño club de megacapitalistas.
Este juego es –prohibido olvidar– de suma cero, quien gana terreno lo hace a costa de otros; en esto radica la noción de competencia capitalista. Pasemos a analizar los últimos sucesos económicos.
La trampa
En los últimos años, la historia de México en el mercado ha sido conflictiva. El neoliberalismo significó una absoluta dependencia y aceptación del diseño que los países poderosos dictaron sobre nuestro país. La soberanía como principio se redujo a cero y se hizo sistemática la entrega a pedazos de nuestra economía, todo para nutrir los negocios extranjeros [y de paso otorgando dádivas rentistas al bloque conservador (traidor) en turno].
El TLCAN significó la aceptación de los gobiernos (mal llamados mexicanos) para ceder el control de sectores económicos hasta donde fuera posible, incluyendo los estratégicos como epítome de esta política extractivista. El peñanietismo dispuso su último aliento de poder para tratar de entregar la soberanía energética. Y en eso – parafraseando una famosa canción de la revolución cubana– llegó Andrés Manuel.
El modelo económico de la Cuarta Transformación se basa en el principio de soberanía estratégica, es decir, no es admisible, bajo ningún motivo, que intereses extranjeros sean los que decidan la planeación privada de la riqueza social, genarada por la población mexicana en su conjunto. El principio de soberanía económica significa, en este caso, primero el pueblo de México y luego los capitales internacionales. Por ello, desde que se estaba renegociando el TLCAN, en plena transición electoral, la 4T decidió revocar la propuesta neoliberal de entregar este sector al capital privado y apegarse contundentemente al principio de soberanía energética ya bajo el T-MEC.
A pesar de todas las presiones del peñanietismo, y sobre todo frente a la amenaza de una desestabilización, el ahora presidente se mantuvo bajo dicho principio. En meses pasados ya conocimos la batalla legislativa de la reforma energética contra Iberdrola, así como la guerra en Europa que devela la necesidad de tener el control estatal de dicho sector. Por lo demás, relacionado con la estabilidad macroeconómica, el peso nunca había estado tan fuerte como ahora; la inversión extranjera directa fluye como nunca y las remesas reportan una gran transferencia de valor hacia nuestro país.
Por supuesto que, como siempre, la oposición, fiel a su costumbre, opta por la tergiversación. En la mañanera del 20 de julio surgió el tema de impugnaciones que empresas estadounidenses están realizando al sentir que sus intereses son afectados, especialmente frente al cambio de política económica en materia energética; pero este es un mecanismo normal en la relación trilateral con Canadá, EUA y México. De hecho, nuestro país ya hizo uso también de este recurso, pero en materia automotriz, en contra de EUA. No obstante, los conservadores interpretaron que se trata del papá imperio que se ha molestado con su lacayo por no hacer lo que se nos dicta. Como se sabe, la ideología económica de la oposición es el colonialismo imperial.
Insisto, la competencia de mercado es un juego de suma cero, lo que significa que es natural que capitales privados se quejen por pérdida de la cuota de mercado que ahora entra en el dominio del Estado. El hecho es que eso no implica ninguna violación al tratado, antes bien el mecanismo de revisión dejará claro que no hay derecho a reclamo puesto que la pérdida no es contra otro capital, sino contra un Estado salvaguardando su soberanía.
México casi cae en la trampa de la entrega energética a privados, hoy se transita hacia una senda de recuperación estructural en la capacidad de autosuficiencia del país. El horizonte de guerra económica en Europa indica claramente que es una muy mala idea depender energéticamente de terceros. Estado que no controla su sector energético entra en una dependencia estructural frente a intereses ajenos.
El escape:
El mercado suele imponerse como un ente todo poderoso, pero hemos visto últimamente cómo el mercado global es, en realidad, inestable y tendiente a la crisis. Además, frente a la evolución potente de la economía China (incluso el FMI espera que el gigante asiático rebase a los Estados Unidos en 2030), nuestro vecino del norte necesita con urgencia rehabilitar su inversión productiva en infraestructura (de hecho, ya se aprobó en EUA un paquete por 1 billón de dólares para estos fines, ahora solo falta la fuerza de trabajo.).
Esta es la única forma de contener verdaderamente la inflación y los peligros adyacentes. La debilidad de la economía norteamericana, en este caso, implica el reconocimiento de la industrialización de México como un asunto de seguridad estratégica, no solo del país, sino de la región frente al cambio de los poderes en el mercado mundial.
Para decirlo de otra manera: los vientos soplan a favor para que nuestro país desarrolle sus capacidades productivas, para escapar, de una vez, del atraso estructural que le imprimió el neoliberalismo.
Esta nota fue recopilada de: https://revoluciontrespuntocero.mx/la-trampa-del-mercado-i/, el notichairo solo difunde otro enfoque de la verdad.
