El problema no es Chumel

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La denuncia presentada por la senadora Bertha Caraveo en contra del comediante conocido como Chumel Torres no se circunscribe a un diferendo entre dos personas, abre una nueva etapa en la necesaria discusión sobre las redes sociales. Si bien es cierto que este modelo de comunicación se ha masificado y ampliado las opciones de información, al mismo tiempo se ha vuelto un receptáculo de posiciones de abierta ultraderecha, caracterizadas principalmente por discursos racistas y fomentadores de odio.

No es ocioso aclarar de inicio dos concepciones que han confundido a la ciudadanía en este álgido debate en redes sociales: Chumel Torres no es periodista, es un comediante y el comediante Chumel Torres no es una persona progresista ni mucho menos de izquierda, es abiertamente y reconocido por el mismo un hombre de derecha. En esta nueva realidad mediática donde el comediante refiere que “siempre hay un video” bastaría recordar la conversación que sostuvo con el diseñador industrial y conferencista Diego Ruzzarin, una charla de mas de una hora con cuarenta minutos donde queda evidenciado el notable bagaje cultural del brasileño y la pobreza intelectual de Torres.

Es un hombre de derecha, recuerde usted particularmente el minuto 45 donde se muestra este diálogo sin desperdicio alguno:

CT “el tema es que, a ver por definición y te voy a dar el título del programa, yo sería de izquierda”

DR “¿tú serías de izquierda?”

CT “mega de izquierda, porque el tema es liberal, es pro derechos reproductivos es pro LGBT, pro legalización, el problema es que esta izquierda no es izquierda”

DR “acuérdate que liberal es centro derecha”

CT “mm ajá, a lo que me refiero es a la posibilidad de tener…”

DR “qué es más importante para ti, el individuo o el colectivo”

CT “el individuo”

DR “entonces eres de derecha”

CT “SI”

Por supuesto que el señor Torres dirá, como lo ha dicho en otros momentos que nunca ha dicho que es periodista y que no es racista, sino que la comedia usa el racismo o la burla y exageración de “defectos” personales o de grupo como una herramienta en la producción de contenidos. Pero si su condición está clara ¿por qué se ha generado tanta controversia en los medios de comunicación? Por que el problema no es él sino el segmento poblacional y pensamiento que con él se identifica.

Chumel representa lo más atrasado de la cultura aspiracional, el efecto más acabado de aquella propagada salinista “del sólo es cuestión de ponerse las pilas”, un convencido de la meritocracia, el más convencido propagandista detractor de cualquier cosa que suene a Venezuela o a Cuba por que alguna vez viajó a esos lugares y “estaba feo”. Torres representa las opiniones desinformadas, descontextualizadas, orgulloso de decir que “a el no le gusta leer” y a pesar de ello un sector de la población le cree o al menos le parece chistoso. El comediante Chumel Torres es, aunque a él no le guste, el mejor ejemplo del populismo; pensar que los problemas económicos, políticos o sociales que tienen una complejidad estructural se resuelven de forma sencilla o con una frase en spanglish. 

Pero entonces qué hacer con los sectores que simpatizan con esas expresiones racistas o fascistas a quienes les parece cómico ese lenguaje brutal o de odio y aunque afortunadamente no son una mayoría, si tienen acceso a internet y generan una percepción importante para distorsionar la realidad nacional. El amplio movimiento que encabeza AMLO debe insistir y persistir en la concientización, en la generación de un pensamiento nacional informado, crítico en todo lo largo y ancho del territorio nacional y debe procurar espacialmente la comunicación con las y los jóvenes. Torres no es la causa de un problema, es el efecto de largos años de políticas neoliberales, atendamos las causas, así nadie será un chumel cualquiera.

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