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El problema de Gertz Manero: deber contra impunidad

La avalancha de porrazos que en los últimos meses la derecha ha estado intentando propinar al Fiscal General de la República no es casual. “Colérico”, “vengativo”, “inestable”, “déspota”, “fabricante de delitos”, son sólo algunas de las acusaciones e improperios que los opinócratas, columnistas y periodistas opositores le han disparado al funcionario. Denise Dresser le llamó incluso “criminal”, lo cual es una diatriba muy coincidente con la personalidad patológica de la señora…

Repetimos, no es casual. La escasez de escándalos de corrupción en este gobierno con la que se ha topado el bloque de odiadores de la 4T, los obliga a inocular dudas y sospechas en el electorado que está en disputa, y que no incluye a los simpatizantes “duros” de ambos bandos. Y el Fiscal es un blanco táctico, pues se trata del responsable de una de las áreas más sensibles para la población: la impartición de justicia. Si un gobierno no puede proteger a la gente, ni perseguir y castigar a sus agresores, no sirve. Así de sencillo. Más grave aún si, aparte de ineficiente, la instancia superior encargada de cuidar a la ciudadanía y controlar a la delincuencia en todos los niveles es corrupta y abusa de su poder contra inocentes. Toda esta imaginería es la que la industria nacional de la mentira ha estado armando en torno a Gertz Manero. Desacreditarlo es sembrar encono en la sociedad hacia la totalidad de la gestión de la 4T, punzando en uno de los lados que más les duele a las personas, quizá el más importante después de la economía personal y familiar: la demanda de desagravio. Por eso, la lógica de la derecha es concreta: convirtamos al Fiscal en otro pillo más. 

Al igual que Barlett, Gertz es un personaje complicado debido a su pasado con los hoy opositores. Ambos han recibido batería bastante infundada por parte de sectores afines a Morena, a los cuales, por fortuna, AMLO ha prestado atención, pero no intención. Ambos también han sido objeto del cinismo pripanista: “eres una prueba de la corrupción de la 4T porque… provienes de nuestras filas”. En el caso de Gertz, el “fuego amigo” amloísta ya ha sido bastante desmontado en esta columna https://revoluciontrespuntocero.mx/alejandro-gertz-el-florero-incansable/. No se crean. Las peroratas del tipo “no hace nada”, “no tiene voluntad”, “es lento”, “es tortugertz” (este último nada menos que de su eminencia el obispo inquisidor Julio Hernández López) no son exclusivas de los afines a AMLO que en su voto incluyeron como prioridad -de forma inmadura y poco ubicada ante los innumerables problemas y desafíos mucho más perentorios a los que tiene que dar solución el nuevo régimen- ver en la cárcel a los saqueadores neoliberales, o de los “críticos neutrales”; también eventualmente tales prédicas son lanzadas por los grupos reaccionarios, mismos que en este momento las están poniendo en la licuadora con tres “affaires” para preparar un cóctel envenenado, el cual quieren vender como otro mega escándalo que reste a la confianza en el Ejecutivo y su equipo. 

El primer asunto se relaciona con la UDLAP y una denuncia levantada en 2016 por Guillermo Jenkins de Landa contra el resto de su clan, a quienes señala por transferencias ilícitas a paraísos fiscales para apropiarse de los fondos de la Fundación Mary Street Jenkins. Claramente hay elementos constitutivos de posible delito, pero la “preocupación” de los opositores es que Gertz tiene antecedentes con los Jenkins por una controversia que se remonta a los años noventa, lo cual podría interpretarse como “conflicto de interés” o “rol de juez y parte” del Fiscal. Conjeturas… otra vez. 

El segundo chisme se refiere a Julio Scherer y sus abogados cercanos, quienes le ofrecieron a Juan Collado la protección de Scherer en calidad de Consejero Jurídico y amigo de años del Presidente. Collado los demandó, la Fiscalía presentó una acusación formal por lavado de dinero y extorsión, y con eso la derecha ha tratado de dibujar otro tremendo alboroto, una “implosión” que ventila,  según ellos, la descomposición de las arterias del círculo rojo de AMLO por los jaloneos entre Sánchez Cordero, la Consejería y la FGR. ¿Qué pinta Gertz como “corrupto” aquí? Simple: Scherer se queja de un ajuste de cuentas en su contra por aquellas fricciones y por… pues no sabemos… ¿por lo guapo que se siente y la envidia que le tienen, será?

Pero es el tercer frente el que provoca a la vez más risa y más indignación. Indignación que causa el que dos mujeres que incurrieron en un acto delincuencial sean presentadas por los medios hegemónicos como víctimas y heroínas de la transparencia y la libertad.  Alejandra Cuevas Morán y Laura Morán Servín se pasean en total impunidad mofándose de la justicia, mientras siguen disfrutando de los bienes de Federico Gertz Manero, arropadas por el apabullante aparato de medios que las ha convertido prácticamente en activistas de ocasión. A pesar de las pruebas abrumadoras que se dirigen a la comisión de un homicidio por omisión (basta ver la larga entrevista que Carmen Aristegui concedió a Alejandro Gertz Manero sobre el caso de su hermano en 2017 cuando ni siquiera se contemplaba la posibilidad de que llegara a ocupar el cargo de Fiscal General de la República), el cual ya había sido determinado por las autoridades mediante la investigación correspondiente, en un giro de guión malsano y lleno de suciedad, los once ministros de la SCJN cambiaron “extrañamente” de parecer y decretaron por unanimidad la liberación de la madre y el amparo para la hija. Y decimos “extrañamente” porque, por lo menos, seis ministros sostenían un parecer distinto unas semanas antes. Incluso varios de los mismos  opinócratas de la derecha lo dicen con el mayor cinismo: “fueron los medios y la opinión pública los que liberaron a Alejandra Cuevas…”, haciendo parecer al caso como una hazaña de grandes multitudes y de la prensa como “consciencia de la sociedad”, derrotando el abuso de un amargado con poder. Sin embargo, a todas luces se trata del triunfo de quienes detentan el verdadero poder: el de los odiadores de lujo de AMLO que presionaron y otra vez extorsionaron al ámbito judicial, repleto de agentes favorables a su anhelo de restauración de la tiranía neoliberal, para trazar el espejismo de que el máximo responsable de la impartición de justicia es un monstruo despótico, reflejo de lo que es el régimen al que pertenece. Aquí, como por casualidad, la autonomía no parece interesarles tanto. “El presidente lo mantiene a pesar de sus miserias” dicen, como si AMLO pudiera ordenar su salida a su antojo, y como si fuera a hacerlo cuando la dura realidad -dura para la oposición- es que ha hecho su trabajo. 

De igual manera intentan enlodar a la fiscalía capitalina por haber reabierto el caso del hermano del Fiscal aduciendo que obedeció a algún contubernio raro o presiones de Gertz Manero. En ningún momento se les ocurre considerar que quizá el contubernio raro o las presiones tuvieron lugar en el sexenio de Peña, cuando los ministerios públicos no quisieron ni siquiera tomar en cuenta las pruebas presentadas para investigar la probable comisión de un delito debido a que, de manera muy rara, se les olvida mencionar el parentesco de la familia Cuevas con Alfredo del Mazo. Podemos especular, de la misma manera que la prensa hace muy seguido, que con el cambio de régimen simplemente se eliminaron esas presiones de antaño. 

De modo muy irresponsable se achaca al Fiscal la fabricación de un delito. Ni siquiera se toman el tiempo y el esfuerzo de investigar lo que significan las figuras jurídicas de garante de cuidado, garante accesoria y, mucho menos, la complejidad que implica probar los homicidios de omisión por comisión, lo cual hace más factible que queden impunes tanto en las novelas negras, en las series policiacas y en la vida real. La responsabilidad penal, en la comisión por omisión u omisión impropia, ha presentado muchos problemas doctrinarios que, a su vez, se traducen en lagunas legales y en la necesidad de interpretación por parte de los juzgadores: la causalidad, la fundamentación del deber jurídico, las fuentes del deber de actuar para evitar el resultado material, la clase de normas que la fundamentan, la equivalencia o equiparación entre la acción y la omisión, la distinción entre el hacer positivo y la omisión, la posición de garante y sus fuentes, y la propia estructura de los delitos de impropia omisión. Es por ello que tanto los fiscales como los jueces necesitan llevar a cabo una labor muy fina y exhaustiva de análisis, de valoración de pruebas, de ponderación de los argumentos vertidos. No cualquiera se dedica a ello y, por eso, la impunidad es tan alta.  Dada la fascinación de acusar, litigar y sentenciar en la televisión, en la radio, en la prensa escrita o en las redes sociales, sin conocer a cabalidad los expedientes judiciales, las pruebas presentadas y los alegatos de las partes, es muy fácil manipular a la opinión pública para que apoye el lado que más convenga a los intereses que protegen los medios.  

Se pretendió también acusar al Fiscal de utilizar su cargo para presionar a los ministros a fin de que fallaran a su favor, en virtud de llamadas filtradas donde Gertz Manero aseguró que tuvo una conversación con el presidente de la Corte sobre este asunto. Sin aclarar que estas pláticas con las víctimas y partes en un juicio son normales y están previstas en la ley para conocer sus posturas jurídicas – además de que también las entabló el juzgador con los hijos de Alejandra Cuevas – la prensa insistió en presentarlas como algo anómalo, como un abuso de poder del Fiscal.  

Por lo visto, la derecha le exige al Fiscal la siguiente “lógica”: “Debo abandonar y dar por perdida cualquier prosecución de justicia si los casos tienen previa relación conmigo, y dejar que fluya la impunidad. No vaya a ser que los enemigos del gobierno federal me achaquen tráfico de influencias o uso personal del cargo”. Es una trampa por lo demás tonta. Quieren resaltar los expedientes reabiertos o continuados que guardan antecedentes con Gertz como si fueran los únicos; lo cierto es que forman parte de muchos otros casos en proceso.

Ahora bien, cabe preguntarse: desde el punto de vista de la estrategia mediática, ¿tuvo Gertz que contenerse con el problema familiar y dejarlo, repetimos, impune, dado que se presta mucho a especulaciones en su contra? ¿Es humano exigirle que olvide que su hermano murió por omisión de cuidados (el mismo presidente de la Suprema Corte de Justicia lo reconoció añadiendo que quizá fue culpa del personal médico o de otros agentes), que ya supere que falleció por un choque séptico causado por una úlcera o llaga que no se forma ni se infecta en poco tiempo, como bien lo sabe cualquier persona que ha estado al cuidado de enfermos o ancianos? ¿Ante la magnitud de la transformación que pretende el presidente AMLO y la 4T todas estas consideraciones debieron haberse hecho a un lado por parte del Fiscal y desistirse de su anhelo de justicia? Esas son preguntas que cada quién deberá responder. No obstante ya se nos aclara más algo: el Fiscal General de la República podrá haber cometido una falla estratégica mediática, pero no fabricó delitos ni abusó de su poder. Es una verdad que los medios dominantes quieren acallar. Les resulta demasiado cruel.

Esta nota fue recopilada de: https://revoluciontrespuntocero.mx/el-problema-de-gertz-manero-deber-contra-impunidad/, el notichairo solo difunde otro enfoque de la verdad.

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